El machismo es considerado una variante del sexismo, con el que se suele discriminar y menospreciar a la mujer, ya que se le considera inferior con respecto a los hombres. Esta ideología tiene sus bases en doctrinas preconcebidas y estereotipos, además de la gran influencia que el entorno social tiene sobre él.
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Uno de sus pensamientos más arraigados es el de creer que las mujer deben manifestar en todo momento una actitud de sumisión hacia el hombre. El machismo es un tema que genera interés en los especialistas de estas ramas. Dicho comportamiento es una característica típica de las sociedad de tipo patriarcal, las cuales se caracterizan porque el hombre es quien ejerce el poder, en especial sobre la mujer, en todos los sentidos, es decir que no solo en el entorno familiar, sino que también en el económico, laboral, social, etc.
A lo largo de muchos siglos, el machismo se ha reflejado en diversos aspectos dentro de muchas culturas, en algunas oportunidades de forma directa y en otras ocasiones de una forma un poco más sutil. Ejemplo de ello es el hecho de que durante mucho tiempo se negó el derecho al voto de las mujeres, incluso en la sociedad actual es posible hallar muestras de machismo, un claro ejemplo se puede observar cómo en ciertos países del medio oriente se castiga el adulterio de la mujer con la pena de muerte, mientras que a los hombres no les corresponde una pena similar.
Aún hoy en día la sumisión de la mujer hacia su marido suele considerarse como un valor positivo. Incluso hay quienes mantienen la idea de que una mujer logra alcanzar su plenitud en el momento que se casa y se convierte en ama de casa para estar al pendiente de su hogar, hijos y esposo.
El patriarcado es una creación histórica elaborada por hombres y mujeres en un proceso que tardó casi 2.500 años en completarse. Parece ser que la corresponsabilidad era una característica de la organización social en el Paleolítico, ya que la autosuficiencia era igual en hombres y en mujeres, con una repartición de tareas similar entre todos los miembros del grupo.
La subsistencia dependía del apoyo mutuo y la cooperación. La educación de las crías era asumida por el grupo, aunque es muy probable que la aparición del proto lenguaje se lo debamos a las mujeres. Se desconocía el papel de los hombres en la continuidad de la estirpe, no se conocía la paternidad, el único parentesco conocido era la maternidad. Las hembras copulaban con varios machos y no se conocía la relación entre coito y embarazo. Hasta entonces la estructura social era matrilineal y facilitaba la autoridad práctica de las mujeres. Sin embargo, como señala L. Henry Morgan, en el transcurso del desarrollo social y cultural, por razones no lo suficientemente aclaradas, relacionadas con diferentes teorías que se han movido entre, la conciencia de la paternidad (en el Neolítico con la ganadería, las sociedades apreciaron como cuando separaban a las hembras de los animales machos, estas no se quedaban embarazadas (Jacques Dupuis)) hasta la protección de las mujeres para garantizar el cuidado de los hijos, aparece la unión monógama patriarcal.
En esta nueva forma de relación, el hombre se empezó a encargar de la búsqueda de alimento y protección del grupo y las mujeres del cuidado de la prole y de su protección, facilitando así una gran expansión demográfica.
Ahora que los hombres sabían quiénes eran sus hijos/as y con la agricultura asentada, la propiedad privada cobra más fuerza. Interesa aprovechar la fuerza de trabajo de los hijos para cultivar las tierras y explotar los recursos. Del sexo sin necesidad de monogamia, pasamos a una sociedad basada en parejas, debido al conocimiento de la paternidad. La familia aparece (el término familia procede del latín famīlia: "grupo de siervos y esclavos patrimonio del jefe de la gens" al mismo tiempo derivado de famŭlus "siervo, esclavo") y debido a su potencial económico destierra a las sociedades que apostaban por huir de la monogamia y que practicaban la cooperación de todas las personas.
La relación establecida entre el hombre y la mujer, y las consecuentes funciones desarrolladas en su seno, supusieron la modificación de la autoridad única de la madre sobre sus hijos. Pérdida de la autoridad matrilineal y el distanciamiento y ruptura de la vinculación horizontal entre las mujeres que quedaron más aisladas, como señala Martín-Cano. Esta nueva situación, conforme fue desarrollándose, generó una dependencia de la mujer al hombre y una mayor dificultad para auto-sustentarse y mantener una autonomía respecto a él.
La consolidación de la cultura patriarcal y la modificación de la función económica de las mujeres, relegada prácticamente al cuidado de los hijos y las labores domésticas, hizo que la herencia se convirtiera en patrilineal y que la propiedad pasara a manos de los hombres. Se genera así la construcción de la dependencia estructural de las mujeres a los hombres. El cuidado de los hijos garantizó el desarrollo económico, la riqueza y la propiedad, esta, tal y como recoge Mellasoux, llevó a la necesidad de preservar los efectivos productores, y este
control se tradujo en una mayor dependencia de las mujeres. Después la riqueza llevó a los enfrentamientos y a las guerras y de nuevo, las mujeres tuvieron el papel secundario e invisible de cuidar a los hijos para reponer las pérdidas que suponían las sangrías demográficas hasta el punto de que en muchos conflictos fueron consideradas como botines de guerra y convertidas en verdaderas máquinas humanas esclavizadas en su función procreadora.
Un estudio publicado en 2008 en la revista Antiquity Journal, recoge el trabajo realizado sobre los restos de una fosa del neolítico de unos 6900 años de antigüedad. Los restos óseos hallados en su interior corresponden a una comunidad atacada por otras tribus extranjeras, y todos ellos pertenecen a hombres y niños varones cruelmente asesinados, sin que apareciese ningún esqueleto femenino. Las características del yacimiento han llevado a concluir que las mujeres fueron tomadas como botín de guerra para ser utilizadas dentro de
sus propias comunidades, circunstancia de la que se tenía referencias indirectas, pero que ahora cuenta con el respaldo de la constatación objetiva. Recordar el rapto de las Sabinas, episodio mitológico que describe el secuestro de mujeres de la tribu de los sabinos por los fundadores de Roma. Según el mito, en la Roma de los primeros tiempos había muy pocas mujeres.
Todo este largo proceso es llamado por Françoise Héritier la “valencia diferencial de los sexos”, que hizo de las mujeres eternas menores. Ella considera que ese sistema de pensamiento es la base del inicio del mundo en el que vivimos fundado en una relación desigual, jerárquica, entre varones y mujeres. O sea, el origen de la dominación masculina, que se expandió a medida que los seres humanos se multiplicaban, a partir de unos 100.000 individuos primitivos, es la voluntad de control de los varones sobre el poder de fecundidad de las mujeres.
De ahí derivan absolutamente todos los estereotipos de género, que llegaron a ser universales precisamente porque ese sistema se remonta a épocas muy, muy lejanas:
la mujer-objeto
la mujer abnegada, que se sacrifica por sus hijos
la mujer dulce y compasiva
la maternidad como destino obligatorio para toda mujer
la mujer fiel porque necesita de un macho protector vs. el macho que va sembrando su semen de flor en flor
Pero también
la mujer demonio
la mujer presa de sus hormonas
la mujer loca a la que hay que controlar…
Sobre esa creencia se construyeron todas las sociedades. El patriarcado no es una mera división del trabajo; es un sistema de dominación, del que deriva una división del trabajo que es cambiante de acuerdo a las épocas y las necesidades. Cuando hay necesidad de mano de obra, como durante una guerra, se le da la bienvenida a las mujeres en el campo laboral. Cuando hay sobrante de mano de obra, se les pide que vuelvan a sus casa. El patriarcado cuenta con la normalización del machismo como principal herramienta para su mantenimiento y consolidación.
El machismo se instaura a través de la Ley del agrado/ Ley del dominio y el posmachismo además de potenciar esas identidades tiene otras dos herramientas:
La confusión: Genera confusión hacia los logros de feminismo, los cuestionamientos y las críticas que hace. Esta confusión genera duda, la duda se traduce en distanciamiento del problema y la distancia genera pasividad, no hay implicación, no hay interés por entender o conocer porque hacemos las reivindicaciones que hacemos desde el feminismo. Cuando hay pasividad, nada cambia y todo sigue igual, que es lo que el machismo persigue. Actualmente no se puede hacer una crítica directa al feminismo porque generaría rechazo pero si generar confusión y al final el objetivo se cumple, que todo siga igual. Esta estrategia se hace a través de los neomachismos; reactualizaciones de los mitos tradicionales, como el mito de la Eva perversa. Por ejemplo: Se ha estado negando la violencia de género hasta finales de los 90. Gracias al trabajo de estudiosos en la materia actualmente ya no se puede negar la violencia de género, ¿Qué hace el posmachismo entonces? Se inventa el mito de las denuncias falsas; concluyen que el 80% de las denuncias son falsas, argumentando que todas las que no acaban en sentencias condenatorias son falsas. El pos machismo ha llegado a hacernos creer que las denuncias falsas son muy abundantes en los casos la violencia de género. Ante esto ¿qué hace la sociedad?Poner el foco fuera del problema, distanciarse del problema argumentando cosas como: “es que hay muchas denuncias falsas” o “también hay mujeres que maltratan”.
La victimización del hombre: Los hombres son víctimas del machismo; sufren más accidentes laborales, más accidentes de tráfico, tienen menor esperanza de vida, son mayores consumidores de drogas, etc. Y también víctimas de la igualdad (del feminismo), porque la igualdad solo está destinada a beneficiar a las mujeres. Como dice Miguel Lorente” los hombres somos más un producto del machismo que víctimas del machismo. Los hombres tenemos lo que tenemos como consecuencia de los privilegios que tenemos y cada uno los usa y dosifica como considera. Esto tiene consecuencias negativas, si. Pero es como decir que pobrecitos los aristócratas que en la Edad Media tenían ácido úrico y gota.” “Si fuéramos víctimas del machismo en algún momento de la historia nos hubiéramos rebelado contra él”.
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