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Nacemos en cualquier lugar, y desde el mismo momento en que abrimos los ojos al mundo comenzamos a crear nuestra propia historia.
Llegamos llorando, desnudos, desprotegidos, y vamos creciendo. Tomamos del entorno que poco sabe de nosotros, todo lo que nos da lo bueno y lo malo sin filtro. Lo que nos niega y lo que interpretamos de eso. Antes de caminar, nos caemos muchas veces. De repente alguien nos guía como puede, con lo que tiene, con lo que es, con lo que pudo, nos olvidamos de la desnudez, del llanto primero, y comenzamos a crecer.
Creyendo que el mundo es nuestro, nos encontramos con los otros, ahí vienen los límites, el no, la búsqueda de nuestro lugar y va creciendo algo que las otras especies animales no tiene, el lóbulo frontal, (el director de orquesta) de ahí en más nos iremos moldeando y aprendiendo y desaprendiendo, lo cual no depende sólo del entorno, también de eso que traemos con nosotros cuando llegamos al mundo con el primer llanto, con el que avisamos que arribamos sin saber adonde.
Debemos saber que cada uno tiene un valioso poder en sí mismo que es el de hacer su propio camino. El límite no es el lugar de procedencia ni social, ni económico, ni racial o religioso. Lo pone cada uno. Por eso debemos soltar las cuerdas, tomar conciencia de que somos los dueños de nuestro destino. Podemos tener miedo, podemos sentir culpa, pero no debemos dejar de caminar hacia nuestras metas. No caminar hacia atrás.
Sólo nosotros podemos hacer de nuestra vida un cielo o un infierno lo cual dependerá de la toma de decisiones.
Sean libres, que nadie piense por ustedes, no se dejen llevar por emociones sin reflexión. Tómense tiempo para decidir, el límite lo ponen cada uno de ustedes. Y entienda que con cada decisión que se hace en libertad también puede haber frustración. Que eso sea a favor si aprendemos de ello o en contra si nos enojamos también depende de nosotros.
Buen año. Besos! Patricia
Caminante son tus huellas del camino y nada más
Caminante no hay camino, se hace camino al andar
Al andar se hace el camino y al volver la vista atrás
Se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar
Caminante no hay camino sino estelas en la mar.
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